Para contestar esta pregunta es necesario tener la respuesta previa a otro interrogante: ¿Qué es el equilibrio? Etimológicamente, este término, procede de dos palabras latinas: aaquum (igual) y libra (objeto que sirve para pesar). Sin embargo, el concepto actual de equilibrio va mucho más allá del significado etimológico, que podría concretarse en la imagen de los platillos de una balanza. El equilibrio, aplicado al ser humano, es necesariamente dinámico y cinemático. El equilibrio de los platillos de la balanza es puntual, por el contrario, el equilibrio en el hombre es, necesariamente lineal. La mejor imagen para expresar el equilibrio humano la encontramos en el equilibrista, quien es consciente de que cada paso sobre la cuerda floja es una ruptura del equilibrio y un esfuerzo por mantenerlo. Además, cada paso implica un cambio espacial. Luego es necesario desterrar el concepto común de equilibrio como reposo y estabilidad. El equilibrio no es algo logrado y poseído para siempre. Es un objetivo lejano hacia el cual avanzamos en medio de peligros y desafíos constantes.
No pretendemos hacer la tricotomía del ser humano. Todas las dimensiones del equilibrio humano son complementarias entre sí. No es posible lograr el equilibrio mental viviendo en desequilibrio físico. Es decir, sin una buena salud. Algunas enfermedades mentales son el producto del desequilibrio físico. De igual manera no existe equilibrio físico si existe predominio del desequilibrio mental. La medicina psicosomática lo pone en evidencia. Igualmente el predominio del equilibrio, sobre el desequilibrio, en la vida espiritual, es un elemento indispensable para la salud física y mental. El hombre es una unidad psico-somática-espiritual y el equilibrio se logra sólo en forma integral, la única forma de alcanzar la salud plena.
Pero no debemos perder de vista que el equilibrio y su resultante: la salud, sea en el orden biológico, moral, espiritual o psicológico, no es algo definido que se puede atrapar en un momento dado y conservar como un pájaro en una jaula. El equilibrio es un juego constante - de fuerzas antagónicas- que se van modificando constantemente, mientras avanzamos hacia el objetivo del completamiento de nuestra condición humana.
Debemos también recordar que el equilibrio, aunque es individual, no debe procurarse en un espíritu individualista, sino a nivel comunitario. Sabemos que algunas personas, en su deseo de mantener el equilibrio interior, causan desequilibrios en su prójimo. La fe cristiana impulsa hacia el logro del equilibrio individual en función social.
Nuestra cultura en urbanización acelerada pone en peligro, una vez más, el equilibrio y la salud. La vida extrauterina comienza con una aspiración y termina con una espiración. Uno puede pasar varios días sin comer y sin beber, pero apenas podemos aguantar pocos minutos sin respirar.
Y...¿qué estamos respirando en las grandes ciudades? Y... ¿cómo respiramos? Vivimos encerrados en oficinas acumulando toxinas y en la calle también. Para desarrollar la mente, el cuerpo, y la parte espiritual de nuestro ser, es necesario tener en cuenta las condiciones especiales del hombre de nuestros días. Los problemas del hombre son determinados en gran parte por su circunstancia.
Hemos visto que el equilibrio y la salud se alcanzan a partir del desequilibrio y la enfermedad, y por la perspectiva de una meta: el equilibrio y la salud. La toma de conciencia de que estamos lejos, batidos por el desequilibrio, nos permite seguir adelante alimentados por las grandes virtudes cristianas: la fe, la esperanza y el amor. En esa fe podemos estar seguros de que llegaremos, por cuanto sabemos dónde estamos y hacia dónde vamos. Todos los seres humanos somos equilibristas peregrinos en pos del completamiento de nuestra humanidad en Jesucristo, por el equilibrio y la salud -salvación- del alma, la mente y el cuerpo.
Dr. Jorge A. León - http://www.psicologia-pastoral.com.ar/crisis_actuales.php?subaction=showfull&id=1193801559&archive=&start_from=&ucat=4
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